Conferencia de LIDIA FARRAY CUEVAS, Psicóloga clínica.
Presidenta de la Escuela Independiente de Terapia Holoanalítica
(EITHA)
En la semana de la mujer, organizada por la Secretaría de la Mujer del Sindicato de Sanidad de Las Palmas de Gran Canaria
Mi abuela María me enseñó a cocinar, mejor dicho, yo me empeñé en aprender, porque nadie enseña a nadie; sino que hay quien se empeña en aprender. Pero a ella le debo mi infinita gratitud,¡soy una buena cocinera!
A lo que iba, mi abuela me enseñó a freír las cáscaras de las papas, limpitas y cortaditas en finas tiras. Eran las papas fritas de la posguerra, estaban en crisis. Mi abuela Manuela hacía, con un solo huevo, natillas con islas de merengue flotantes.
Nos dicen “crisis” y los pelos se nos ponen de punta. ¡Entramos en ALARMA! Las amígdalas nos saltan, sobre todo, la asustadiza amígdala cerebral que activa todas las antiguas grabaciones de SUSTO, MUERTE. Todo miedo es “ego”, es “APEGO”. Nos vienen las historias de la guerra, de la posguerra, de todas las grandes y pequeñas crisis, nos asustamos y es natural. SOMOS HUMANOS, con “ego” y con “APEGO”. Nuestros antepasados soportaron largas crisis prolongadas en el tiempo, que también están registradas en nuestros cerebros, en nuestra amígdala. Los miedos también se heredan.
La crisis enseñó a nuestras abuelas a valorar las cáscaras de las papas, poco a poco fuimos olvidando las buenas costumbres del respeto por todas las cosas, por todas las criaturas.
Ha sido la inconsciencia la que nos ha llevado a tal grado de despilfarro, que hemos hundido un barco cargado de tesoros robados (no debemos olvidar nunca que nuestra riqueza es el producto de la expoliación de otros pueblos).
Pero, volvamos a la guerra. Después de la larga dictadura, la luz se abrió paso entre las tinieblas y de los gusanos de aquel cadáver, emergieron las mariposas de la democracia. –“Libertad, libertad, sin ira libertad. Guárdate tu miedo y tu ira…” La música sonó como nunca había sonado. Ritmos nuevos, nuevas costumbres, creatividad desatada, vida nueva. Siempre es así. Todas las crisis acaban en una explosión de vida. Los ’60 también fueron años explosivos, aunque su fuego se apagó por falta de leña. Crisis es sentencia, es juicio, es análisis de la situación y autoanálisis. Es tiempo de separar el trigo de la paja y prender fuego a lo que no sirve para que las cenizas nutran la tierra exhausta. Es tiempo de nutrir la Tierra. Es tiempo de echar leña al fuego. Tiempo de hacer hogueras para calentarnos e iluminarnos. De pararse y de observar, de pararme y observarme y guardarme mi miedo y mi ira, porque lo que no podemos negociar nunca es la libertad. “Todo, menos nuestra libertad, todo, menos nuestra propia alegría” (W.Whitman).
El gusano, habituado a arrastrarse por la tierra, se resiste a convertirse en crisálida. No sé si siente miedo de ser aniquilado; pero el gusano va a dejar de ser lo que siempre fue, sin conciencia de que, pasado un tiempo, ¡VOLARÁ! Pero, ¿quién sabe qué tipo de conciencia tiene un gusano?
No sé si las crisálidas se lamentan de lo que han perdido, pero supongo lo que sentirán las mariposas cuando despliegan sus alas empolvadas en oro, por primera vez. Creo que miedo, también. Porque toda novedad, todo cambio nos produce temor. A veces un “cierto temor” y, a veces, ¡¡¡PÁNICO!!! La mariposa supera su miedo y cumple un sueño que, quizás, nunca tuvo y que todos nosotros tenemos: ¡VOLAR! ¿Quién sabe si anhelamos volar por un viejo registro del ADN de nuestras células, que nos conecta con la mariposa que fuimos un día o con la mariposa que seremos? ¿Volaremos?
Quedarnos mirando en este momento lo que podemos perder, es quedarnos mirando nuestros viejos ombligos de blancos gordinflones, que por costumbre buscan un cordón umbilical del que nutrirse y, a través del cual, respirar para seguir durmiendo, inconscientes y tranquilos, en el océano de nuestra ignorancia.
Si abriéramos los ojos y los oídos a las crisis de África, de América del Sur, de India, de Irak…, las innumerables crisis, ya largas en el tiempo, que no hemos mirado ni escuchado porque nuestros oídos estaban taponados de cerumen y nuestros ojos pegados de legañas, aletargados en nuestro sueño de abundancia y de consumo, ciegos y sordos al dolor de la injusticia, nos moriríamos de vergüenza.
El INDIVIDUALISMO ha sido uno de nuestros más graves pecados. Es el producto de nuestra tendencia a regresar a la posición fetal de inconsciencia, al narcisismo primitivo. Hemos alimentado un modelo individualista, que nos ha separado, nos ha dejado sin tribu, sin red de seguridad. Y mientras más individualistas, más inseguros, más locos. Una sociedad paranoica que espera el peligro detrás de cada esquina y el competidor, el enemigo, detrás de cada apretón de manos.
Situar “nuestra crisis” dentro de la realidad global, lavarnos bien los ojos y las orejas para poder salir de nuestro autismo narcisista, es empezar a escuchar los gritos de los que hemos explotado y convertirnos, poco a poco, por fin, en seres humanos.
Mi abuela freía cáscaras de papas y hacía falsos calamares con aros de cebolla rebozados. Otras mujeres la ayudaban en la cocina de aquella tribu y, cuando los hombres entraban a destapar los calderos, las mujeres les pegaban con los paños de cocina mojados: ¡Sal de aquí!, ¡No seas entrometido! Pero aquellas eran otras mujeres y otros hombres, y entre nuestros abuelos y nosotros ha habido saltos cuánticos de vértigo que no hacen la situación comparable. No somos ellas, aunque ellas estén en cada una de nuestras células. Nosotros somos “mujeres al borde de un ataque de nervios”, mujeres pluriempleadas, aunque estemos en el paro, mujeres mal pagadas, al contrario de lo que dice la copla, culpabilizadas desde los tiempos de Eva, que no tenemos tiempo para pelar papas, ni tierra para plantarlas y un “pañito de cocina mojado” nos parece muy poco para la rabia que nos hemos tragado, durante miles de años.
¿Y qué haremos nosotras si la crisis se agudiza? ¿Qué miedo tenemos? ¿Qué nos preocupa? Es importante en una situación como ésta, que objetivemos nuestros miedos y no nos dejemos envolver por fantasías amigdalares.
Gracias a la griega Demeter (Ceres para los romanos), la diosa de las cosechas, de los cereales, la encargada de nutrir a los humanos, nosotras somos las nutridoras por excelencia. Y en nuestra amígdala cerebral o en nuestro inconsciente colectivo – si le suena mejor- tenemos grabado su mismo miedo, el miedo de que nuestros hijos sufran, de que sufran nuestros sobrinos, nuestros hermanos, nuestros padres, miedo de tener que decirle adiós a la vecina, que es como una hermana, y que hoy abandona su casa por desahucio. Tenemos también miedo a no poder pagar las actividades extraescolares, el móvil, el ADSL (¡qué cosas, Dios…!). Nos duele que alguien tenga que pasar hambre. Nos duele los niños del Planeta, los nuestros y los de todas las mujeres.
Somos mujeres al borde de un ataque de pánico, con la amígdala cerebral amarrada con un coletero rojo, haciendo respiraciones abdominales rítmicas, mientras corremos con la lengua fuera a llevar al niño a la tercera actividad extraescolar. Y nos planteamos: ¿todo esto es necesario?, ¿es bueno para los niños?, ¿es bueno para mí?, ¿para quién es bueno? Mujeres saturadas, que ya no queremos ver los telediarios, no soportamos tanta tensión y preferimos estar desinformadas.
Ahora nos toca juntarnos, juntarnos para limarnos las uñas y pintárnoslas de rojo y volvernos a dibujar las rayas de los ojos, como en los ’60, es hora de ponerle al mal tiempo “bembas colorás”.
Es curioso, en la crisis del ’29 (la gran depresión) se agotaron las existencias de lápices de labios de color rojo fuego. ¡Qué sabias nuestras antepasadas norteamericanas! Lo mismo sucedió en las últimas guerras europeas, las enfermeras de guerra también tenían las “bembas colorás”. Ellas también lo sabían. Parece que ahora toca rojo o ¿inventamos un nuevo color?
Nos toca ayudarnos, como a mi abuela la ayudaron sus primas, sus hermanas, sus tías, su tribu de mujeres, nos toca divertirnos y celebrar que ya no tendremos que llevar a los niños a actividades extraescolares.
¿Y los hombres?
No puedo, ni quiero dejar de recordar las fotos recientes de los cazadores de ciervos, de los cazadores de ballenas, de delfines, de elefantes, de los cazadores de fortunas, de los abusadores de niños y niñas, de los explotadores, de los exterminadores de pueblos, que emitieron, en directo y para todo el Planeta, su cacería nocturna en Irak. Hombres primitivos, que arrasan la Tierra y sus criaturas sin piedad, mientras nosotras lloramos con desgarro el destrozo o nos amarramos la amígdala con un coletero rosa clarito, el color de las niñas buenas, domesticadas, amaestradas, encantadoramente anuladas que no conocieron a la Pasionaria (líder comunista de la guerra española y la transición).
El modelo es masculino, lo han construido los hombres desde su poder. Hay una maravillosa minoría de hombres evolucionados; pero el poder está en manos del hombre primitivo, del peludo hombre de las cavernas, ¿será, por eso, que ahora quieren los hombres depilarse?
Decir que el modelo masculino ha fracasado, no es acusar a todos los hombres del fracaso, ni dejar a las mujeres sin su responsabilidad en el mantenimiento de este horrible monstruo.
Este es un modelo bipolar, que está muriendo por inflamación, por retención de líquido en el cerebro izquierdo; pero todos lo hemos estado sosteniendo vivo y cometeríamos una enorme injusticia generalizando y acusando al “hombre” o a lo “masculino” del fracaso. Me vienen al corazón mis hijos, mi compañero de vida, mi nieto (que está en camino), mis sobrinos, mis amigos, todos hombres con conciencia, que no participan de este modelo inconsciente y violento que se tambalea y resopla, negándose a dejar caer su bastón de mando, su falo TODOPODEROSO.
En este nuevo paradigma, tenemos que empezar a hablar de seres humanos regresivos o progresivos, primitivos o actualizados, involutivos o evolutivos. Bush, Benedicto XVI, los cazadores de la foto, los corruptos, los pederastas, los asesinos, los que continúan empequeñeciendo a sus mujeres y tragándoselas, los que continúan tragándose a sus hijos, esos son seres humanos involutivos, primitivos, regresivos (yo no juzgo sus corazones, pero sí sus actos).
A nosotras nos toca una buena parte de la misma tarta. Las mujeres en el poder o cerca del poder, son frecuentemente mujeres adaptadas al viejo modelo, seres humanos primitivos, regresivos, involutivos. También nosotras somos asesinas y cómplices, y transmitimos nuestro miedo a ser libres a nuestros hijos, generación tras generación.
Es un modelo de otros tiempos, que no nos sirve desde hace mucho; pero el olor a podrido del cadáver comienza a molestarnos en nuestro ambiente (en África ya tienen las narices habituadas…). Necesitamos más hombres y más mujeres con conciencia para crear el nuevo modelo que sustituya a éste, que ha muerto (RIP). Pero, como hicieron con el Cid Campeador, los que viven del cadáver, intentan apuntalarle la espalda, maquillarlo y subirlo al caballo a toda costa. El tema es muy español, muy nuestro, muy de nuestra cultura.
“¡Que se nos cae el muerto, que lo apuntalen, que se nos cae!”. Un cubano podría hacer una bonita canción con este estribillo… “¡Que amarren ese muerto, que se nos cae!”
Es el paradigma el que ha muerto. Hace mucho tiempo que no nos sirve. Demasiados mayos, desde el `68.
La tecnobarbarie del s.XX se desmorona y nos dirijimos a velocidad de vértigo al tan deseado cambio de paradigma. Y nos da miedo.
El mismo miedo que siente el gusano cuando va a convertirse en crisálida. El mismo que siente la mariposa cuando despliega sus coloridas alas. El mismo que sentimos todos ahora. Porque crisis es juicio y nos toca pararnos y enjuiciar el modelo en nosotros, dentro de nosotros, para poder mirar con ojos justos fuera de nosotros.
Ahora nos toca, a todos y a todas, cambiar la competición por la compasión. Este es nuestro papel, el papel de los hombres y mujeres que queremos un modelo más armónico, más amable, más delicado, menos absurdo, más a nuestro favor, a favor de la paz, de la solidaridad, del compartir, de la sencillez, de la humildad, de la naturalidad, del respeto, de la libertad. Más compasivo, menos narcisista.
Es tan sencillo como que los legisladores legislen a favor de la JUSTICIA, que el sistema educativo esté a favor de nuestros NIÑOS, que el sistema sanitario se ponga al servicio de nuestra SALUD. Los unos a favor de los otros. Todos a favor del bienestar que no se compra con dinero.
En las crisis, algunas puertas se cierran a cal y canto y es inútil quedarse llorando delante de la puerta cerrada o golpearla, no se abrirá, aunque yo me empecine y haga sangrar mis nudillos con mi insistencia. Salir de la crisis significa abrir puertas nuevas, desconocidas, arriesgadas, originales, creativas. La CREATIVIDAD es la única salida de una crisis. Crear un nuevo modelo, construirlo entre todos y entre todas.
Esta es la hora de lo genial, de lo nunca visto. La hora de rescatar las BUENAS COSTUMBRES de nuestros antepasados y construir juntos las NUEVAS COSTUMBRES que serán buenas costumbres para los niños que ya están aquí y para los que están por venir.
Pero no podemos olvidar que tenemos un cerebro bipolar que funciona como un ordenador, un sistema binario. No podemos, o mejor dicho, tendemos a funcionar en opuestos: sí-no, blanco-negro, bueno-malo, masculino-femenino. No se nos ocurre que existen los “neutrinos”: haces de luz de un azul nunca visto, una red de luz azul que nuestro cerebro bipolar no registra.
El modelo femenino ya lo tuvimos. En el principio era la Diosa… y el patriarcado se encargó de arrasarla. Y Zeus achicó a su mujer y se la tragó y se auto nominó dios de los cielos, y ya el pan no sabe como entonces, pero sigue siendo pan, ni el agua es aquella agua, pero sigue habiendo sed. Todo eso está ya hecho. Ahora nos toca hacer algo nunca visto, decir lo nunca dicho, porque NOVEDAD significa NOVEDAD, no hay que darle más vueltas, no nos interesa la etimología porque lo nuevo no tiene etimología, es, no viene de ningún lado, es el inicio de algo.
No nos toca a las mujeres arreglar lo que los hombres han destrozado. Que no se nos pida a las mujeres y al negro que apuntalemos el muerto. No, al muerto hay que enterrarlo y no mirar atrás. Mirar atrás siempre ha sido malo, recuerden a la mujer de Lot o a los pingüinos cuando, desorientados, pierden de vista el océano. D.Juan, el maestro de Carlos Castaneda, recomendaba recoger la energía, golpearse el pecho y “voltearse” sin mirar atrás.
Tenemos que aprender a cerrar las puertas que ya no nos conducen a ningún lugar, para no perder en ese inútil empeño nuestra energía, que es nuestro único poder legítimo. Vamos a hacer algo nuevo entre todas y entre todos,¡JUNTOS!. Es hora de unión y no de división. Es hora de paz y no de guerra (mientras las guerras duran nada se puede construir). Ahora es la hora de la GRATITUD por la abundancia en la que aún nadamos. Es la hora de disfrutar con conciencia de cada pequeña cosa, desde la ducha calentita o fresquita al caldito de papas con cilantro y el gofito escaldado (si no es transgénico…). Es la hora de la compañía de los amigos, de las largas charlas, del chateo, del largo chateo.
Ser conscientes de nuestra abundancia y no hacer zapping cuando los cadáveres de los exiliados económicos lleguen a nuestros muelles.
El nuevo modelo tiene que estar dedicado a restablecer la JUSTICIA y acabar con nuestro descarado despilfarro. En el nuevo modelo la palabra COMPARTIR debe presidir con letras de oro el atrio de entrada.
El nuevo modelo tiene que contar con los niños, tenemos ya que tomar CON ELLOS las decisiones y las medidas que necesitan en este tiempo nuevo, que no es el de nuestra niñez. ¿Qué necesitan nuestros niños hoy? ¿Qué educación?, ¿qué cuidados?, ¿cómo son?, ¿los conocemos?, ¿los escuchamos?, ¿los miramos?, ¿con qué ojos los miramos?, ¿con los antiguos ojos del viejo modelo? Conocer a los NIÑOS y escuchar sus necesidades. Hay que hacerles un espacio grande, un enorme jardín en el centro del nuevo modelo.
Los niños de nuestra posguerra eran “niños sin futuro” (lo dice un anuncio de no sé qué producto), es interesante observar cómo los anuncios tienen cada vez más textos con mensajes ecologistas, solidarios, que tocan nuestro corazón. Es una de las maneras de maquillar al muerto. Yo digo que los niños de esta crisis son los genios del futuro, los nuevos creadores, los nuevos artistas, ¡respetemos sus cuerpos y sus almas!
El muerto ha demostrado, con creces, que gozaba de muy mala salud. Ha comido más de la cuenta, ha reventado los índices de colesterol del Planeta, se ha enriquecido vendiendo tranquilizantes para el alma y para el cuerpo y su propia anestesia le ha impedido conectar con el dolor. El nuevo modelo ha de tener como objetivo prioritario la salud, una justa salud para nuestras almas y para nuestros cuerpos que son indivisibles. La salud como fuente a la que todos puedan acceder. Los JARDINES del nuevo modelo deben estar llenos de fuentes de salud, a las que todos tengan acceso. El nuevo modelo… está por inventar y tenemos que inventarlo con la meta de lo imposible, porque lo que fue imposible ayer, es hoy nuestro derecho.
El gusano conserva su cuerpo, se le transforma un poco dentro de la crisálida. Nos daría miedo estar ahí dentro, en la oscuridad, transformándonos, haciendo una revolución enteramente individual, no individualista. Es de ese cuerpo de gusano del que salen las alas y la crisálida y el oro de la crisálida. La crisálida es de color verde esmeralda. Al menos en las mariposas monarcas, que son las que conozco, es así, verde esmeralda. Y un anillo de oro con tres cuentas de oro, decoran esa esmeralda. Los que han visto las crisálidas de las mariposas monarcas saben que digo la verdad. Dentro no sabemos lo que pasa, se está cocinando algo sagrado. Miramos las crisálidas con el respeto y la curiosidad ante el misterio, con la mirada que intuye lo milagroso, lo imposible, de allí saldrá una mariposa, con sus dos grandes alas, su nuevo cuerpo, para vivir una nueva etapa de su corta y bella vida. Las mariposas vuelan, pero no pierden el contacto con la tierra, la tierra les ofrece su calor y las asclepias, que se nutren de la tierra, les sirven, a su vez, de nutrición. “Yo soy nutrición, yo soy nutrición, yo que soy nutrición me como aquello que se come la nutrición” (BU, VI, 4,22), dice un famoso verso de los Vedas.
Ya nos hemos nutrido bastante, es tiempo de hacer la digestión para destilar la sabiduría, tiempo de recogimiento, sin olvidar que la crisálida es de esmeralda y oro. ¡Es tiempo de volar sin miedo! ¡Es tiempo de bailar y de reírse, de cocinar juntos natillas con islas de merengue flotante, elaboradas con un solo huevo y de volar en la alegría de nuestra propia LIBERTAD!