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lunes, 21 de septiembre de 2009
jueves, 10 de septiembre de 2009
APUNTE : HOLOANÁLISIS, PARADIGMA Y REVOLUCIÓN
Dijo Carl Gustav JUNG (1875-1961) que la psicoterapia es una relación dialéctica entre dos, “una discusión entre dos TOTALIDADES anímicas, en donde todo saber es solamente una herramienta”. Esta afirmación de JUNG nos recuerda el término HOLÓN, acuñado por el filósofo social Arthur Koestler(+ 1983). El HOLÓN es una TOTALIDAD que, a la vez, es PARCIALIDAD, un TODO que, simultáneamente, es también PARTE. Toda unidad individual es, al mismo tiempo, PARTE Y TODO.
Es precisamente este paradójico término HOLÓN, el que da nombre a nuestra Escuela Independiente de Terapia Holoanalítica (EITHA). Los holoanalistas trabajamos y vivimos con holones, es decir, con objetos personales o impersonales que son PARTE y TODO a la vez; también nuestra actitud habitual en la vida ha de ser holónica y cuando nos dedicamos a analizar en proceso psicoterapéutico, esa actitud ha de ser, con más razón, holoanalítica. Trabajamos con aparentes PARTES que realmente son TOTALIDADES. Por ello, el HOLOANÁLISIS exige un cambio radical del viejo y caducado PARADIGMA, que ha partido el UNIVERSO en partes, en partes insoportables.
El PARADIGMA viejo, a través del cual los seres humanos hemos entendido y vivenciado hasta el día de hoy al UNIVERSO, es un PARADIGMA basado sobre la creencia compulsiva en la SEPARATIVIDAD de todos los seres. Es decir, en ese caducado y nefasto PARADIGMA todos los seres están separados de todos. Se ha insistido tanto en esa SEPARATIVIDAD de todos los seres, que ese PARADIGMA engendró y fomenta el cáncer de la DESIGUALDAD de los seres, que, a su vez, engendra la GUERRA. Ese desgraciado PARADIGMA supone que hay seres superiores a otros y que, por tanto, hay dominadores y dominados, dueños y esclavos, privilegiados y desfavorecidos. Es un PARADIGMA desafortunadamente superficial porque sólo comprende y sólo acepta lo que capta en la superficie, en la apariencia; por ello ve sólo y compulsivamente SEPARATIVIDAD por todas partes. Su pánico a la profundidad le impide ver la UNIDAD esencial de todos los seres del UNIVERSO, por tanto su total IGUALDAD. Ese milenario PARADIGMA ha expresado la DESIGUALDAD de todos los seres en todos los niveles de la vida: la desigualdad de género como MACHISMO, la desigualdad económica como CAPITALISMO, la desigualdad religiosa como JERARQUISMO y DOGMATISMO, la desigualdad social como CLASISMO y NEPOTISMO, la desigualdad étnica como RACISMO, la desigualdad familiar como GENEALOGISMO y GENETISMO, la desigualdad laboral como PRODUCTIVISMO, la desigualdad política como COLONIALISMO y AUTARQUISMO y otras muchas desigualdades. En el mundo de la psicoterapia, el cáncer de la desigualdad se manifiesta, en su versión más nominalista, en aquello de EGREGIOS DOCTORES y pobres pacientes…
¿Captas tú alguna otra DESIGUALDAD engendrada por este milenario PARADIGMA?
El PARADIGMA que postula EITHA es el PARADIGMA HOLÓNICO, donde la visión superficial se abre también a la visión profunda, donde la vivencia de la SEPARATIVIDAD se complementa con la contemplación de la UNIDAD e IGUALDAD ESENCIAL de todos los seres del UNIVERSO. El HOLOANÁLISIS y, por tanto, EITHA viven la vida familiarizados con lo paradójico, con lo utópico, con lo ilógico, con lo incorrecto, con lo acientífico, con lo arreligioso, según los criterios separativos de este PARADIGMA. El HOLOANÁLISIS supone la EVOLUCIÓN; pero no le basta, exige la REVOLUCIÓN.
¿Puedes intuir de qué REVOLUCIÓN se trata?
Jaime Llinares Llabrés
Psicólogo clínico, holoanalista y profesor de EITHA
Es precisamente este paradójico término HOLÓN, el que da nombre a nuestra Escuela Independiente de Terapia Holoanalítica (EITHA). Los holoanalistas trabajamos y vivimos con holones, es decir, con objetos personales o impersonales que son PARTE y TODO a la vez; también nuestra actitud habitual en la vida ha de ser holónica y cuando nos dedicamos a analizar en proceso psicoterapéutico, esa actitud ha de ser, con más razón, holoanalítica. Trabajamos con aparentes PARTES que realmente son TOTALIDADES. Por ello, el HOLOANÁLISIS exige un cambio radical del viejo y caducado PARADIGMA, que ha partido el UNIVERSO en partes, en partes insoportables.
El PARADIGMA viejo, a través del cual los seres humanos hemos entendido y vivenciado hasta el día de hoy al UNIVERSO, es un PARADIGMA basado sobre la creencia compulsiva en la SEPARATIVIDAD de todos los seres. Es decir, en ese caducado y nefasto PARADIGMA todos los seres están separados de todos. Se ha insistido tanto en esa SEPARATIVIDAD de todos los seres, que ese PARADIGMA engendró y fomenta el cáncer de la DESIGUALDAD de los seres, que, a su vez, engendra la GUERRA. Ese desgraciado PARADIGMA supone que hay seres superiores a otros y que, por tanto, hay dominadores y dominados, dueños y esclavos, privilegiados y desfavorecidos. Es un PARADIGMA desafortunadamente superficial porque sólo comprende y sólo acepta lo que capta en la superficie, en la apariencia; por ello ve sólo y compulsivamente SEPARATIVIDAD por todas partes. Su pánico a la profundidad le impide ver la UNIDAD esencial de todos los seres del UNIVERSO, por tanto su total IGUALDAD. Ese milenario PARADIGMA ha expresado la DESIGUALDAD de todos los seres en todos los niveles de la vida: la desigualdad de género como MACHISMO, la desigualdad económica como CAPITALISMO, la desigualdad religiosa como JERARQUISMO y DOGMATISMO, la desigualdad social como CLASISMO y NEPOTISMO, la desigualdad étnica como RACISMO, la desigualdad familiar como GENEALOGISMO y GENETISMO, la desigualdad laboral como PRODUCTIVISMO, la desigualdad política como COLONIALISMO y AUTARQUISMO y otras muchas desigualdades. En el mundo de la psicoterapia, el cáncer de la desigualdad se manifiesta, en su versión más nominalista, en aquello de EGREGIOS DOCTORES y pobres pacientes…
¿Captas tú alguna otra DESIGUALDAD engendrada por este milenario PARADIGMA?
El PARADIGMA que postula EITHA es el PARADIGMA HOLÓNICO, donde la visión superficial se abre también a la visión profunda, donde la vivencia de la SEPARATIVIDAD se complementa con la contemplación de la UNIDAD e IGUALDAD ESENCIAL de todos los seres del UNIVERSO. El HOLOANÁLISIS y, por tanto, EITHA viven la vida familiarizados con lo paradójico, con lo utópico, con lo ilógico, con lo incorrecto, con lo acientífico, con lo arreligioso, según los criterios separativos de este PARADIGMA. El HOLOANÁLISIS supone la EVOLUCIÓN; pero no le basta, exige la REVOLUCIÓN.
¿Puedes intuir de qué REVOLUCIÓN se trata?
Jaime Llinares Llabrés
Psicólogo clínico, holoanalista y profesor de EITHA
APUNTES BREVES SOBRE CARL GUSTAV JUNG
Carl Gustav JUNG nació en Kesswil (Suiza) el 26 de julio de 1875 y murió en su casa de Bollingen (Suiza) el 6 de junio de 1961, a los 86 años de edad y a los seis de la muerte de su mujer Emma Rauschenbach.
JUNG tuvo, desde muy niño, una curiosa fascinación por las piedras. En primer lugar, la piedra saliente de la vieja pared de la casa de sus padres en Kesswil. JUNG tenía entonces 9 años y se fabricó un interesante juego con aquella piedra, juego que expresó de esta manera: “Me siento encima de esta piedra y ella está debajo. Pero entonces, la piedra también puede decir ‘Yo’ y pensar: ‘Estoy situada aquí en esta pendiente y él está sentado sobre mí’, dando lugar a esta pregunta: ‘¿soy yo el que está sentado en la piedra o soy la piedra en la cual está sentado él?’ ” Desde una visión clínica, preventiva y terapéutica, es muy importante comprender que JUNG prevenía o controlaba su ansiedad cuando iba más allá de la ansiógena apariencia de la separatividad y, entrando en el estado de la “trans-parencia”, gozaba de la experiencia de la unidad, identificándose con la piedra. ¿Nos atrevemos a profundizar, analizando, pensando y opinando, sobre esta curiosa experiencia de JUNG?
La segunda piedra aparece hacia la edad de 10 años. JUNG se había fabricado un muñeco (un maniquí) y le regaló una piedra pequeña, un cayado del río Rin, que él siempre llevaba en el bolsillo. Aquel cayado negrusco del Rin encerraba un SECRETO, era el secreto de aquel niño raro, algo melancólico e introvertido. ¿Nos atrevemos a intuir y a opinar sobre cuál era aquel secreto? También la primera piedra constituía el gran secreto del JUNG niño.
La tercera piedra, sorprendió a JUNG en su casa castillo de Bollingen, a la orilla norte del lago de Zurich. Después de la muerte de su madre, JUNG comenzó a fabricar un edificio circular en forma de torre, como él decía, “un claustro materno”, sin electricidad ni agua corriente, con mucho silencio y soledad. Luego amplió la construcción añadiendo tres nuevas secciones. El edificio original era bajo, terrero y escondido entre dos torres, expresión de su introversión. Pero al cumplir ochenta años, ya viudo, quiso edificar una planta superior, que para él represento “una superioridad de la conciencia conseguida con la vejez”. Desde el principio, le pidió al constructor que le encargara una piedra angular de forma triangular, pero el picapedrero se equivocó y le envió una piedra en forma de cuadrilátero perfecto, como un gran pedestal con cuatro lados. El constructor, al verla, se enfadó mucho en presencia de JUNG y mandó devolvérsela al picapedrero, pero JUNG gritó: No, esa es mi piedra. Yo debo quedármela! La piedra de Bollingen fue para JUNG, un totem, un altar, un ara en la que vertía su ansiedad que se trasmutaba en paz interior. Era la experiencia de separatividad la causante de su ansiedad, al sentarse en la piedra y fundirse en ella tenía la experiencia de unidad, causante de su paz interior. ¿Puedes reflexionar y opinar sobre esto? ¿Se captan las consecuencias, tanto preventivas como terapéuticas, de este APUNTE 1º sobre JUNG Y LAS PIEDRAS?
JUNG tuvo, desde muy niño, una curiosa fascinación por las piedras. En primer lugar, la piedra saliente de la vieja pared de la casa de sus padres en Kesswil. JUNG tenía entonces 9 años y se fabricó un interesante juego con aquella piedra, juego que expresó de esta manera: “Me siento encima de esta piedra y ella está debajo. Pero entonces, la piedra también puede decir ‘Yo’ y pensar: ‘Estoy situada aquí en esta pendiente y él está sentado sobre mí’, dando lugar a esta pregunta: ‘¿soy yo el que está sentado en la piedra o soy la piedra en la cual está sentado él?’ ” Desde una visión clínica, preventiva y terapéutica, es muy importante comprender que JUNG prevenía o controlaba su ansiedad cuando iba más allá de la ansiógena apariencia de la separatividad y, entrando en el estado de la “trans-parencia”, gozaba de la experiencia de la unidad, identificándose con la piedra. ¿Nos atrevemos a profundizar, analizando, pensando y opinando, sobre esta curiosa experiencia de JUNG?
La segunda piedra aparece hacia la edad de 10 años. JUNG se había fabricado un muñeco (un maniquí) y le regaló una piedra pequeña, un cayado del río Rin, que él siempre llevaba en el bolsillo. Aquel cayado negrusco del Rin encerraba un SECRETO, era el secreto de aquel niño raro, algo melancólico e introvertido. ¿Nos atrevemos a intuir y a opinar sobre cuál era aquel secreto? También la primera piedra constituía el gran secreto del JUNG niño.
La tercera piedra, sorprendió a JUNG en su casa castillo de Bollingen, a la orilla norte del lago de Zurich. Después de la muerte de su madre, JUNG comenzó a fabricar un edificio circular en forma de torre, como él decía, “un claustro materno”, sin electricidad ni agua corriente, con mucho silencio y soledad. Luego amplió la construcción añadiendo tres nuevas secciones. El edificio original era bajo, terrero y escondido entre dos torres, expresión de su introversión. Pero al cumplir ochenta años, ya viudo, quiso edificar una planta superior, que para él represento “una superioridad de la conciencia conseguida con la vejez”. Desde el principio, le pidió al constructor que le encargara una piedra angular de forma triangular, pero el picapedrero se equivocó y le envió una piedra en forma de cuadrilátero perfecto, como un gran pedestal con cuatro lados. El constructor, al verla, se enfadó mucho en presencia de JUNG y mandó devolvérsela al picapedrero, pero JUNG gritó: No, esa es mi piedra. Yo debo quedármela! La piedra de Bollingen fue para JUNG, un totem, un altar, un ara en la que vertía su ansiedad que se trasmutaba en paz interior. Era la experiencia de separatividad la causante de su ansiedad, al sentarse en la piedra y fundirse en ella tenía la experiencia de unidad, causante de su paz interior. ¿Puedes reflexionar y opinar sobre esto? ¿Se captan las consecuencias, tanto preventivas como terapéuticas, de este APUNTE 1º sobre JUNG Y LAS PIEDRAS?
Jaime Llinares Llabrés
Psicólogo clínico, holoanalista y profesor de EITHA
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