jueves, 23 de abril de 2009

SUGERENCIAS EN TIEMPOS DE CRISIS

Conferencia-Tertulia en la ORDEN DEL CACHORRO CANARIO
Miércoles, 22 de abril de 2009


Buenas noches y gracias, muchas gracias por haber venido a escuchar y a hablar. Son dos grandes dones naturales del ser humano, a los cuales nunca deberíamos renunciar. Escuchar sin prejuicios y hablar sin arrogancia. Escuchar libres de prejuicios y hablar al margen de la arrogancia, suponen también dos riesgos, aunque dos riesgos muy saludables: si escuchamos sin prejuicios puede ocurrir que se desmorone nuestra rigidez defensiva y salgamos de nuestros viejos y paralizantes esquemas; si hablamos sin arrogancia podemos conseguir presentarnos desnudos, tales y como somos, más allá de la falsedad de las máscaras convencionales.

Primero hablaré yo sin arrogancia y Vds. escucharán sin prejuicios; para luego hablar Vds. sin arrogancia y escuchar yo sin prejuicios. Hablar sin arrogancia y escuchar sin prejuicio es saludable, sobre todo, en tiempos de CRISIS. Vamos a ir introduciéndonos lentamente hasta toparnos con la CRISIS…

Como yo no soy economista, ni tampoco experto en finanzas, no voy a hablar de las CRISIS ECONÓMICAS, ni de las CRISIS FINANCIERAS, ni de las CRISIS SECTORIALES de ningún sector de la socioeconomía, ni de las finanzas. No quiero que mis palabras sean parciales, sectoriales o locales. Mi formación en Psicología, Filosofía y Teología me coloca más desde una visión global y universal, que desde una perspectiva sectorial. Quiero que mis palabras sean globales, universales para que puedan ser también particulares. Por eso voy a hablar no de las CRISIS; sino de LA CRISIS, LA CRISIS TOTAL, LA CRISIS CON MAYÚSCULA o, como diríamos en la Escuela independiente de Terapia Holoanalítica (EITHA), voy a hablar de LA CRISIS HOLÓNICA, es decir la CRISIS DEL TODO, que también abarca la CRISIS DE LAS PARTES. Un HOLÓN es algo que, a la vez, es todo y parte; es una palabra acuñada por el filósofo social húngaro-judío ARTHUR KOESTLER (+1983), en su libro El espíritu de la máquina. Todos los seres son HOLONES, es decir, TODOS SOMOS TODO y PARTE a la vez. Esta afirmación tiene consecuencias incalculables y maravillosas para la concepción espiritual de la vida. Resuena muy aguda aquella expresión de Agustín de Hipona: “DEUS meus et OMNIA!” (“¡Mi Dios y mi TODO!”). EL DIOS TOTAL se manifiesta en partes que, sin dejar de ser partes, son también DIOS TOTAL.

La mujer y el hombre de la era moderna se caracterizan porque pertenecen a una cultura cuyos valores predominantes son: el PODER y EL DESARROLLO ECONÓMICO. En la llamada “Jerarquía de valores” hay varios valores; pero la experiencia, la triste experiencia, nos ha enseñado que el PODER y el DESARROLLISMO ECONÓMICO son los valores más cotizados y que ocupan puestos más altos en la inmensa mayoría de las personas. Si “poderoso caballero es don dinero, adinerado caballero es don poder”. Y SI ESTO ES ASÍ, ENTONCES

Puedo partir de la afirmación de que el SINO de la mujer y del hombre modernos es ser NEURÓTICOS, (Cesare Musatti: Todos somos neuróticos), que es lo mismo que afirmar que el SINO DE LOS HOMBRES Y DE LAS MUJERES DE LA ERA MODERNA ES TENER MIEDO A LA VIDA. Creo que es la mejor definición que se ha dado de la NEUROSIS: la neurosis es miedo exagerado a vivir (Alexander Lowen, Miedo a la Vida ), miedo a ser sí mismos o, lo que es igual, MIEDO A LA LIBERTAD, como escribió el psicoanalista culturalista Eric FROMM.
Los seres humanos postmodernos siguen teniendo miedo de abrir su corazón, tienen miedo de salir de sí mismos, tienen miedo de vivir en autenticidad, tienen miedo de ser sí mismos, por dos motivos fundamentales: porque tienen mucho miedo de ser rechazados, de no ser aceptados ni queridos y porque están excesivamente apegados al deseo de PODER y al afán de DINERO, que es el vehículo para conseguir la PROPIEDAD, lo exclusivamente mío. El dinero es el gran conseguidor de la propiedad. El PODER y el DINERO inauguran el reino de este mundo, que es el reino de lo mío, de lo exclusivamente mío que no es lo tuyo. El PODER y el DINERO nos alejan del reino de lo nuestro, del reino de la igualdad esencial de todos los HOLONES.

Los seres humanos nos hemos instalado en la vida como si ésta fuera un ejercicio de miedo neurótico, el miedo neurótico es nuestro habitual estado de ánimo, más o menos consciente, más o menos desgarrador; pero real. Llegados hasta aquí, nos topamos ya con LA CRISIS. La CRISIS es precedida por el miedo que, luego, aumenta cuando ella irrumpe.
¿Y qué lugar ocupa la CRISIS en el devenir de nuestra vida diaria, como ejercicio y ensayo de nuestros miedos neuróticos?

En primer lugar, ¿qué significa la palabra CRISIS? Para los griegos, que fueron sus inventores, la CRISIS es una sentencia, un juicio, un veredicto emitido por la vida sobre un individuo o sobre un colectivo. La CRISIS es una sentencia condenatoria, es una afirmación judicial sobre algo negativo que tiene que cambiar, que tiene que morir. La CRISIS anuncia una muerte para que aparezca una nueva vida. La CRISIS trae una parte negativa y dolorosa de muerte y una parte positiva y placentera de vida. El grano de trigo tiene que morir para que nazca la espiga. Sin embargo, hay algunos “graciosos” que quieren superar la CRISIS sin morir a algo. ¡Qué quimera!

Para los griegos clásicos, la CRISIS no podía entenderse fuera de la idea de tiempo que ellos tenían. Los griegos entendían el tiempo de dos maneras: había un tiempo KRONOS y había un tiempo KAIRÓS. El KRONOS era el tiempo fatídico y convencional que se medía por los movimientos del sol y de la luna, era un tiempo igual para todos que igualaba a todos los seres. Es el contundente tiempo del reloj. El KAIRÓS era un tiempo no convencional, no regido por leyes fijas, no era un tiempo igual para todos, cada uno tiene su propio KAIRÓS que hay que conocer y observar atentamente. El KAIRÓS ERA EL TIEMPO OPORTUNO, el tiempo que llegaba por sorpresa o que se anunciaba muy sutilmente, era el tiempo EN EL QUE DEBÍA SUCEDER ALGO, NI ANTES NI DESPUÉS. El KAIRÓS puede ser como el tren que pasa por la estación y si el viajero distraído lo pierde, puede que no vuelva más a pasar. Hay personas que disparan sus presuntas “verdades” sobre otro en cualquier secuencia del KRONOS, sin observar amorosamente si ha llegado el KAIRÓS, el kairós del otro y el kairós mío. Son personas que esconden su violencia con frases como “Yo soy así de claro, yo al pan, pan y al vino, vino. Yo soy siempre claro, caiga quien caiga”. Son auténticos sociópatas de la “verdad”, malignos francotiradores que aprietan el gatillo apurados por KRONOS, sin el consejo amoroso del KAIRÓS. Así como el dios KRONOS se comía a sus hijos, también estos “sinceros cronológicos” devoran a sus víctimas, por eso serán destronados y devorados también ellos.
La verdadera CRISIS no es una realidad superficialmente “kronológica”; sino una realidad profundamente “kairológica”. La gente superficial trata la CRISIS como si ésta ocurriera en el tiempo kronos, ajena a ella, como si no fueran ni responsables ni destinatarios de la misma y hubiera que tener simplemente paciencia, la paciencia de la marmota, esperando a que kronos se la lleve sin más. La gente profunda afronta la CRISIS como un hecho ocurrido en un tiempo especial, en el tiempo pleno, en el tiempo que convenía y no en otro. La gente profunda afrontan la CRISIS como responsables y destinatarios de la misma. La CRISIS se ha ido preparando en el KRONOS para reventar en el KAIRÓS.

Cuando el miedo neurótico a la vida y a ser sí mismos, nos va alejando cada vez más de nuestra autenticidad y de nuestra autorrealización, la propia vida, a través del yo profundo individual y del yo inconsciente colectivo, va preparando la llegada del tiempo oportuno, del KAIRÓS, para la irrupción de la CRISIS. La CRISIS irrumpe en los entresijos de la personalidad de cada uno y en todos los rincones del entramado social, portando la SENTENCIA CONDENATORIA de parte de LA VIDA: HAY QUE MORIR A UNA DETERMINADA FORMA DE VIVIR PARA NACER A OTRA NUEVA. Muerte y nacimiento, lo negativo doloroso y lo positivo placentero de la CRISIS.

Hemos dicho que la CRISIS, tanto individual como colectiva, irrumpe cuando la persona o la sociedad se alejan, cada vez más de ser sí mismos. Podemos afirmar que la CRISIS es una SENTENCIA CONDENATORIA contra el desequilibrio entre el SER y el TENER. El ser humano tiende a desequilibrarse hacia el tener, hacia una inflamación del tener. Por contraste, a la vez, tiende a sofocar al SER, TIENDE A DESNUTRIRLO. Hasta el punto que todos hemos llegado a aceptar que TANTO TIENES, TANTO VALES. Ya en el revolucionario año 1968, los jóvenes que estábamos enfrascados en el estudio de la Psicología profunda, leímos con pasión el libro del gran psicólogo Abraham H. Maslow, Toward a Psychology of being (Hacia una psicología del Ser), en el que se anunciaba la preparación de una grave crisis en las conciencias de todo el planeta, por el alejamiento masivo del SER y el cada vez mayor apego al TENER. A los 40 años de ser predicha por Maslow, la CRISIS, que ya había avisado en los ’70 y en los ’90, ha reventado con más fuerza aún en el 2008. Maslow fue uno de los padres más antiguos de la Psicología Transpersonal, la disciplina más espiritual y, probablemente, más revolucionaria, de la Psicología Clínica.

Llegados a este punto, podemos preguntarnos si hay SUGERENCIAS PARA TIEMPOS DE CRISIS. Es evidente que las hay.

La primera, optar por ser inteligentes y NO QUEDARNOS EMBOBADOS MIRANDO EL DEDO, CUANDO LO QUE SE NOS SEÑALA ES LA LUNA. ¡Optemos por la profundidad, alejémonos de la superficialidad!

La segunda, ¿qué LUNA es la que señala el dedo? ¿A dónde se dirige la sentencia condenatoria de esta CRISIS? En mi opinión, el objetivo evidente de esta CRISIS ES CONDENAR EL EXCESO DE DESEO DE PODER Y EL EXCESO DE APEGO AL DINERO Y A LA PROPIEDAD. La CRISIS dirige su CONDENA contra el triunfo del TENER, sobre el SER.

¿Por qué el TENER exacerbado es el objeto de la CRISIS? Porque el TENER CREA DESIGUALDADES, LAS NECESITA!!! El deseo de PODER SOBRE LOS DEMÁS Y EL APEGO EXAGERADO AL DINERO Y A LA PROPIEDAD no pueden existir sin la desigualdad social, racial, sexual, religiosa, política, militar, cultural etc.

El MIEDO NEURÓTICO A LA VIDA, EL MIEDO AL ABANDONO Y EL DESEO DE PODER, UNIDO AL AFÁN DE DINERO, provoca esa exaltación del TENER SOBRE EL SER y, por tanto, las desigualdades.

Ha llegado el tiempo, el KAIRÓS, en que nos volvamos al SER. Por eso, la tercera sugerencia es que cada uno de nosotros, en privado y en grupos naturales, hagamos un ejercicio de introversión en busca del SER en la intimidad. SER SÍ MISMOS SIN MIEDO Y SIN APEGOS. EL TENER PUEDE DIVIDIR, EL SER SIEMPRE UNE.

Las Instituciones políticas intentan afrontar la CRISIS con cantidades de dinero; pero eso sólo no basta. Claro que necesitamos el TENER, porque somos seres necesitados. La materia no es mala, todo lo contrario, es buena y necesaria. Es siempre el exceso, la exageración lo que desequilibra la balanza. No se le oye a nadie señalar la LUNA; sino que la mayoría de los dirigentes están embobados mirando al dedo. Nadie habla del vacío de SER y de la idolatría al TENER.

He oído a dos personajes: a Rodrigo Rato (alumno de Ramiro Calle) y a la premio Nobel italiana judía, Rita Levi Montalcini, hablar de carencia espiritual como la causante fundamental de la CRISIS individual y mundial.
También oímos hablar de la carencia espiritual CAUSANTE DE ESTA CRISIS a líderes religiosos, como el Papa de ROMA o el cardenal español Rouco Varela, pero con una evidente y vergonzosa incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Desgraciadamente, a ellos se les puede aplicar lo que Jesús de Nazareth decía de los sacerdotes y religiosos de su tiempo: “Hagan lo que dicen, pero no los imiten en sus obras”. La fiesta imperial del Domingo de Pascua en Roma fue el gran drama de la incoherencia. Jesús de Nazareth, que puso en CRISIS PROFUNDA al mundo judío y romano por su adicción al PODER Y AL DINERO ( QUE PERMITE LA PROPIEDAD ), SE VE HOY TRAICIONADO DESDE LA CÚPULA DE LOS QUE DICEN SER SUS VICARIOS Y SEGUIDORES. Quien se define vicario de Jesús, viste como un emperador, rodeado de príncipes (ni una sola “princesa”…), en el palacio más suntuoso del mundo, siendo Jefe de Estado, siendo Monarca Absoluto y Sumo Pontífice con el nombre de Benedicto XVI. Es curioso porque Jesús prohibió taxativamente que nadie se hiciera llamar ni señor, ni padre, ni maestro, porque sólo Dios es señor, padre y maestro. Con ello quería salvaguardar la igualdad esencial de todos los seres, de todo los HOLONES. El PODER y el DINERO CONSEGUIDOR DE LA PROPIEDAD, están vergonzosamente simbolizados en la mitra, báculo y anillo que llevan los jerarcas católicos. La cúpula de las religiones, no sólo la católica, necesita afrontar con valentía su CRISIS, que en lenguaje bíblico-teológico tiene otro nombre más profundo y más solemne: la CONVERSIÓN. No hay nada que necesite más un Papa que la CONVERSIÓN al auténtico camino de Jesús.

Es verdad que la CRISIS MUNDIAL que nos agobia exige que resolvamos la carencia del TENER. Es necesario TENER, ES BUENO TENER. Pero nunca alzándonos contra el SER que somos. Aquí hemos de recordar aquella máxima de un gran estratega de la vida espiritual que fue Ignacio de Loyola : “El TENER hemos de usarlo en tanto en cuanto sirva al SER” (Es la regla famosa del “tanto…cuanto”). El SER, AL IGUAL, QUE EL AMOR, O SE DA ENTRE IGUALES O HACE SENTIRSE IGUALES A LOS QUE CREEN NO SERLO.



Jaime Llinares Llabrés
Psicólogo clínico y Doctor en Teología Moral

miércoles, 1 de abril de 2009

¿CRISIS O CRISÁLIDA?


Conferencia de LIDIA FARRAY CUEVAS, Psicóloga clínica.

Presidenta de la Escuela Independiente de Terapia Holoanalítica

(EITHA)

En la semana de la mujer, organizada por la Secretaría de la Mujer del Sindicato de Sanidad de Las Palmas de Gran Canaria


Mi abuela María me enseñó a cocinar, mejor dicho, yo me empeñé en aprender, porque nadie enseña a nadie; sino que hay quien se empeña en aprender. Pero a ella le debo mi infinita gratitud,¡soy una buena cocinera!


A lo que iba, mi abuela me enseñó a freír las cáscaras de las papas, limpitas y cortaditas en finas tiras. Eran las papas fritas de la posguerra, estaban en crisis. Mi abuela Manuela hacía, con un solo huevo, natillas con islas de merengue flotantes.


Nos dicen “crisis” y los pelos se nos ponen de punta. ¡Entramos en ALARMA! Las amígdalas nos saltan, sobre todo, la asustadiza amígdala cerebral que activa todas las antiguas grabaciones de SUSTO, MUERTE. Todo miedo es “ego”, es “APEGO”. Nos vienen las historias de la guerra, de la posguerra, de todas las grandes y pequeñas crisis, nos asustamos y es natural. SOMOS HUMANOS, con “ego” y con “APEGO”. Nuestros antepasados soportaron largas crisis prolongadas en el tiempo, que también están registradas en nuestros cerebros, en nuestra amígdala. Los miedos también se heredan.


La crisis enseñó a nuestras abuelas a valorar las cáscaras de las papas, poco a poco fuimos olvidando las buenas costumbres del respeto por todas las cosas, por todas las criaturas.


Ha sido la inconsciencia la que nos ha llevado a tal grado de despilfarro, que hemos hundido un barco cargado de tesoros robados (no debemos olvidar nunca que nuestra riqueza es el producto de la expoliación de otros pueblos).


Pero, volvamos a la guerra. Después de la larga dictadura, la luz se abrió paso entre las tinieblas y de los gusanos de aquel cadáver, emergieron las mariposas de la democracia. –“Libertad, libertad, sin ira libertad. Guárdate tu miedo y tu ira…” La música sonó como nunca había sonado. Ritmos nuevos, nuevas costumbres, creatividad desatada, vida nueva. Siempre es así. Todas las crisis acaban en una explosión de vida. Los ’60 también fueron años explosivos, aunque su fuego se apagó por falta de leña. Crisis es sentencia, es juicio, es análisis de la situación y autoanálisis. Es tiempo de separar el trigo de la paja y prender fuego a lo que no sirve para que las cenizas nutran la tierra exhausta. Es tiempo de nutrir la Tierra. Es tiempo de echar leña al fuego. Tiempo de hacer hogueras para calentarnos e iluminarnos. De pararse y de observar, de pararme y observarme y guardarme mi miedo y mi ira, porque lo que no podemos negociar nunca es la libertad. “Todo, menos nuestra libertad, todo, menos nuestra propia alegría” (W.Whitman).


El gusano, habituado a arrastrarse por la tierra, se resiste a convertirse en crisálida. No sé si siente miedo de ser aniquilado; pero el gusano va a dejar de ser lo que siempre fue, sin conciencia de que, pasado un tiempo, ¡VOLARÁ! Pero, ¿quién sabe qué tipo de conciencia tiene un gusano?


No sé si las crisálidas se lamentan de lo que han perdido, pero supongo lo que sentirán las mariposas cuando despliegan sus alas empolvadas en oro, por primera vez. Creo que miedo, también. Porque toda novedad, todo cambio nos produce temor. A veces un “cierto temor” y, a veces, ¡¡¡PÁNICO!!! La mariposa supera su miedo y cumple un sueño que, quizás, nunca tuvo y que todos nosotros tenemos: ¡VOLAR! ¿Quién sabe si anhelamos volar por un viejo registro del ADN de nuestras células, que nos conecta con la mariposa que fuimos un día o con la mariposa que seremos? ¿Volaremos?


Quedarnos mirando en este momento lo que podemos perder, es quedarnos mirando nuestros viejos ombligos de blancos gordinflones, que por costumbre buscan un cordón umbilical del que nutrirse y, a través del cual, respirar para seguir durmiendo, inconscientes y tranquilos, en el océano de nuestra ignorancia.


Si abriéramos los ojos y los oídos a las crisis de África, de América del Sur, de India, de Irak…, las innumerables crisis, ya largas en el tiempo, que no hemos mirado ni escuchado porque nuestros oídos estaban taponados de cerumen y nuestros ojos pegados de legañas, aletargados en nuestro sueño de abundancia y de consumo, ciegos y sordos al dolor de la injusticia, nos moriríamos de vergüenza.


El INDIVIDUALISMO ha sido uno de nuestros más graves pecados. Es el producto de nuestra tendencia a regresar a la posición fetal de inconsciencia, al narcisismo primitivo. Hemos alimentado un modelo individualista, que nos ha separado, nos ha dejado sin tribu, sin red de seguridad. Y mientras más individualistas, más inseguros, más locos. Una sociedad paranoica que espera el peligro detrás de cada esquina y el competidor, el enemigo, detrás de cada apretón de manos.


Situar “nuestra crisis” dentro de la realidad global, lavarnos bien los ojos y las orejas para poder salir de nuestro autismo narcisista, es empezar a escuchar los gritos de los que hemos explotado y convertirnos, poco a poco, por fin, en seres humanos.


Mi abuela freía cáscaras de papas y hacía falsos calamares con aros de cebolla rebozados. Otras mujeres la ayudaban en la cocina de aquella tribu y, cuando los hombres entraban a destapar los calderos, las mujeres les pegaban con los paños de cocina mojados: ¡Sal de aquí!, ¡No seas entrometido! Pero aquellas eran otras mujeres y otros hombres, y entre nuestros abuelos y nosotros ha habido saltos cuánticos de vértigo que no hacen la situación comparable. No somos ellas, aunque ellas estén en cada una de nuestras células. Nosotros somos “mujeres al borde de un ataque de nervios”, mujeres pluriempleadas, aunque estemos en el paro, mujeres mal pagadas, al contrario de lo que dice la copla, culpabilizadas desde los tiempos de Eva, que no tenemos tiempo para pelar papas, ni tierra para plantarlas y un “pañito de cocina mojado” nos parece muy poco para la rabia que nos hemos tragado, durante miles de años.


¿Y qué haremos nosotras si la crisis se agudiza? ¿Qué miedo tenemos? ¿Qué nos preocupa? Es importante en una situación como ésta, que objetivemos nuestros miedos y no nos dejemos envolver por fantasías amigdalares.


Gracias a la griega Demeter (Ceres para los romanos), la diosa de las cosechas, de los cereales, la encargada de nutrir a los humanos, nosotras somos las nutridoras por excelencia. Y en nuestra amígdala cerebral o en nuestro inconsciente colectivo – si le suena mejor- tenemos grabado su mismo miedo, el miedo de que nuestros hijos sufran, de que sufran nuestros sobrinos, nuestros hermanos, nuestros padres, miedo de tener que decirle adiós a la vecina, que es como una hermana, y que hoy abandona su casa por desahucio. Tenemos también miedo a no poder pagar las actividades extraescolares, el móvil, el ADSL (¡qué cosas, Dios…!). Nos duele que alguien tenga que pasar hambre. Nos duele los niños del Planeta, los nuestros y los de todas las mujeres.


Somos mujeres al borde de un ataque de pánico, con la amígdala cerebral amarrada con un coletero rojo, haciendo respiraciones abdominales rítmicas, mientras corremos con la lengua fuera a llevar al niño a la tercera actividad extraescolar. Y nos planteamos: ¿todo esto es necesario?, ¿es bueno para los niños?, ¿es bueno para mí?, ¿para quién es bueno? Mujeres saturadas, que ya no queremos ver los telediarios, no soportamos tanta tensión y preferimos estar desinformadas.


Ahora nos toca juntarnos, juntarnos para limarnos las uñas y pintárnoslas de rojo y volvernos a dibujar las rayas de los ojos, como en los ’60, es hora de ponerle al mal tiempo “bembas colorás”.


Es curioso, en la crisis del ’29 (la gran depresión) se agotaron las existencias de lápices de labios de color rojo fuego. ¡Qué sabias nuestras antepasadas norteamericanas! Lo mismo sucedió en las últimas guerras europeas, las enfermeras de guerra también tenían las “bembas colorás”. Ellas también lo sabían. Parece que ahora toca rojo o ¿inventamos un nuevo color?


Nos toca ayudarnos, como a mi abuela la ayudaron sus primas, sus hermanas, sus tías, su tribu de mujeres, nos toca divertirnos y celebrar que ya no tendremos que llevar a los niños a actividades extraescolares.


¿Y los hombres?


No puedo, ni quiero dejar de recordar las fotos recientes de los cazadores de ciervos, de los cazadores de ballenas, de delfines, de elefantes, de los cazadores de fortunas, de los abusadores de niños y niñas, de los explotadores, de los exterminadores de pueblos, que emitieron, en directo y para todo el Planeta, su cacería nocturna en Irak. Hombres primitivos, que arrasan la Tierra y sus criaturas sin piedad, mientras nosotras lloramos con desgarro el destrozo o nos amarramos la amígdala con un coletero rosa clarito, el color de las niñas buenas, domesticadas, amaestradas, encantadoramente anuladas que no conocieron a la Pasionaria (líder comunista de la guerra española y la transición).


El modelo es masculino, lo han construido los hombres desde su poder. Hay una maravillosa minoría de hombres evolucionados; pero el poder está en manos del hombre primitivo, del peludo hombre de las cavernas, ¿será, por eso, que ahora quieren los hombres depilarse?


Decir que el modelo masculino ha fracasado, no es acusar a todos los hombres del fracaso, ni dejar a las mujeres sin su responsabilidad en el mantenimiento de este horrible monstruo.


Este es un modelo bipolar, que está muriendo por inflamación, por retención de líquido en el cerebro izquierdo; pero todos lo hemos estado sosteniendo vivo y cometeríamos una enorme injusticia generalizando y acusando al “hombre” o a lo “masculino” del fracaso. Me vienen al corazón mis hijos, mi compañero de vida, mi nieto (que está en camino), mis sobrinos, mis amigos, todos hombres con conciencia, que no participan de este modelo inconsciente y violento que se tambalea y resopla, negándose a dejar caer su bastón de mando, su falo TODOPODEROSO.


En este nuevo paradigma, tenemos que empezar a hablar de seres humanos regresivos o progresivos, primitivos o actualizados, involutivos o evolutivos. Bush, Benedicto XVI, los cazadores de la foto, los corruptos, los pederastas, los asesinos, los que continúan empequeñeciendo a sus mujeres y tragándoselas, los que continúan tragándose a sus hijos, esos son seres humanos involutivos, primitivos, regresivos (yo no juzgo sus corazones, pero sí sus actos).


A nosotras nos toca una buena parte de la misma tarta. Las mujeres en el poder o cerca del poder, son frecuentemente mujeres adaptadas al viejo modelo, seres humanos primitivos, regresivos, involutivos. También nosotras somos asesinas y cómplices, y transmitimos nuestro miedo a ser libres a nuestros hijos, generación tras generación.


Es un modelo de otros tiempos, que no nos sirve desde hace mucho; pero el olor a podrido del cadáver comienza a molestarnos en nuestro ambiente (en África ya tienen las narices habituadas…). Necesitamos más hombres y más mujeres con conciencia para crear el nuevo modelo que sustituya a éste, que ha muerto (RIP). Pero, como hicieron con el Cid Campeador, los que viven del cadáver, intentan apuntalarle la espalda, maquillarlo y subirlo al caballo a toda costa. El tema es muy español, muy nuestro, muy de nuestra cultura.


¡Que se nos cae el muerto, que lo apuntalen, que se nos cae!”. Un cubano podría hacer una bonita canción con este estribillo… “¡Que amarren ese muerto, que se nos cae!”


Es el paradigma el que ha muerto. Hace mucho tiempo que no nos sirve. Demasiados mayos, desde el `68.


La tecnobarbarie del s.XX se desmorona y nos dirijimos a velocidad de vértigo al tan deseado cambio de paradigma. Y nos da miedo.


El mismo miedo que siente el gusano cuando va a convertirse en crisálida. El mismo que siente la mariposa cuando despliega sus coloridas alas. El mismo que sentimos todos ahora. Porque crisis es juicio y nos toca pararnos y enjuiciar el modelo en nosotros, dentro de nosotros, para poder mirar con ojos justos fuera de nosotros.


Ahora nos toca, a todos y a todas, cambiar la competición por la compasión. Este es nuestro papel, el papel de los hombres y mujeres que queremos un modelo más armónico, más amable, más delicado, menos absurdo, más a nuestro favor, a favor de la paz, de la solidaridad, del compartir, de la sencillez, de la humildad, de la naturalidad, del respeto, de la libertad. Más compasivo, menos narcisista.


Es tan sencillo como que los legisladores legislen a favor de la JUSTICIA, que el sistema educativo esté a favor de nuestros NIÑOS, que el sistema sanitario se ponga al servicio de nuestra SALUD. Los unos a favor de los otros. Todos a favor del bienestar que no se compra con dinero.


En las crisis, algunas puertas se cierran a cal y canto y es inútil quedarse llorando delante de la puerta cerrada o golpearla, no se abrirá, aunque yo me empecine y haga sangrar mis nudillos con mi insistencia. Salir de la crisis significa abrir puertas nuevas, desconocidas, arriesgadas, originales, creativas. La CREATIVIDAD es la única salida de una crisis. Crear un nuevo modelo, construirlo entre todos y entre todas.


Esta es la hora de lo genial, de lo nunca visto. La hora de rescatar las BUENAS COSTUMBRES de nuestros antepasados y construir juntos las NUEVAS COSTUMBRES que serán buenas costumbres para los niños que ya están aquí y para los que están por venir.


Pero no podemos olvidar que tenemos un cerebro bipolar que funciona como un ordenador, un sistema binario. No podemos, o mejor dicho, tendemos a funcionar en opuestos: sí-no, blanco-negro, bueno-malo, masculino-femenino. No se nos ocurre que existen los “neutrinos”: haces de luz de un azul nunca visto, una red de luz azul que nuestro cerebro bipolar no registra.


El modelo femenino ya lo tuvimos. En el principio era la Diosa… y el patriarcado se encargó de arrasarla. Y Zeus achicó a su mujer y se la tragó y se auto nominó dios de los cielos, y ya el pan no sabe como entonces, pero sigue siendo pan, ni el agua es aquella agua, pero sigue habiendo sed. Todo eso está ya hecho. Ahora nos toca hacer algo nunca visto, decir lo nunca dicho, porque NOVEDAD significa NOVEDAD, no hay que darle más vueltas, no nos interesa la etimología porque lo nuevo no tiene etimología, es, no viene de ningún lado, es el inicio de algo.


No nos toca a las mujeres arreglar lo que los hombres han destrozado. Que no se nos pida a las mujeres y al negro que apuntalemos el muerto. No, al muerto hay que enterrarlo y no mirar atrás. Mirar atrás siempre ha sido malo, recuerden a la mujer de Lot o a los pingüinos cuando, desorientados, pierden de vista el océano. D.Juan, el maestro de Carlos Castaneda, recomendaba recoger la energía, golpearse el pecho y “voltearse” sin mirar atrás.


Tenemos que aprender a cerrar las puertas que ya no nos conducen a ningún lugar, para no perder en ese inútil empeño nuestra energía, que es nuestro único poder legítimo. Vamos a hacer algo nuevo entre todas y entre todos,¡JUNTOS!. Es hora de unión y no de división. Es hora de paz y no de guerra (mientras las guerras duran nada se puede construir). Ahora es la hora de la GRATITUD por la abundancia en la que aún nadamos. Es la hora de disfrutar con conciencia de cada pequeña cosa, desde la ducha calentita o fresquita al caldito de papas con cilantro y el gofito escaldado (si no es transgénico…). Es la hora de la compañía de los amigos, de las largas charlas, del chateo, del largo chateo.


Ser conscientes de nuestra abundancia y no hacer zapping cuando los cadáveres de los exiliados económicos lleguen a nuestros muelles.


El nuevo modelo tiene que estar dedicado a restablecer la JUSTICIA y acabar con nuestro descarado despilfarro. En el nuevo modelo la palabra COMPARTIR debe presidir con letras de oro el atrio de entrada.


El nuevo modelo tiene que contar con los niños, tenemos ya que tomar CON ELLOS las decisiones y las medidas que necesitan en este tiempo nuevo, que no es el de nuestra niñez. ¿Qué necesitan nuestros niños hoy? ¿Qué educación?, ¿qué cuidados?, ¿cómo son?, ¿los conocemos?, ¿los escuchamos?, ¿los miramos?, ¿con qué ojos los miramos?, ¿con los antiguos ojos del viejo modelo? Conocer a los NIÑOS y escuchar sus necesidades. Hay que hacerles un espacio grande, un enorme jardín en el centro del nuevo modelo.


Los niños de nuestra posguerra eran “niños sin futuro” (lo dice un anuncio de no sé qué producto), es interesante observar cómo los anuncios tienen cada vez más textos con mensajes ecologistas, solidarios, que tocan nuestro corazón. Es una de las maneras de maquillar al muerto. Yo digo que los niños de esta crisis son los genios del futuro, los nuevos creadores, los nuevos artistas, ¡respetemos sus cuerpos y sus almas!


El muerto ha demostrado, con creces, que gozaba de muy mala salud. Ha comido más de la cuenta, ha reventado los índices de colesterol del Planeta, se ha enriquecido vendiendo tranquilizantes para el alma y para el cuerpo y su propia anestesia le ha impedido conectar con el dolor. El nuevo modelo ha de tener como objetivo prioritario la salud, una justa salud para nuestras almas y para nuestros cuerpos que son indivisibles. La salud como fuente a la que todos puedan acceder. Los JARDINES del nuevo modelo deben estar llenos de fuentes de salud, a las que todos tengan acceso. El nuevo modelo… está por inventar y tenemos que inventarlo con la meta de lo imposible, porque lo que fue imposible ayer, es hoy nuestro derecho.


El gusano conserva su cuerpo, se le transforma un poco dentro de la crisálida. Nos daría miedo estar ahí dentro, en la oscuridad, transformándonos, haciendo una revolución enteramente individual, no individualista. Es de ese cuerpo de gusano del que salen las alas y la crisálida y el oro de la crisálida. La crisálida es de color verde esmeralda. Al menos en las mariposas monarcas, que son las que conozco, es así, verde esmeralda. Y un anillo de oro con tres cuentas de oro, decoran esa esmeralda. Los que han visto las crisálidas de las mariposas monarcas saben que digo la verdad. Dentro no sabemos lo que pasa, se está cocinando algo sagrado. Miramos las crisálidas con el respeto y la curiosidad ante el misterio, con la mirada que intuye lo milagroso, lo imposible, de allí saldrá una mariposa, con sus dos grandes alas, su nuevo cuerpo, para vivir una nueva etapa de su corta y bella vida. Las mariposas vuelan, pero no pierden el contacto con la tierra, la tierra les ofrece su calor y las asclepias, que se nutren de la tierra, les sirven, a su vez, de nutrición. “Yo soy nutrición, yo soy nutrición, yo que soy nutrición me como aquello que se come la nutrición” (BU, VI, 4,22), dice un famoso verso de los Vedas.


Ya nos hemos nutrido bastante, es tiempo de hacer la digestión para destilar la sabiduría, tiempo de recogimiento, sin olvidar que la crisálida es de esmeralda y oro. ¡Es tiempo de volar sin miedo! ¡Es tiempo de bailar y de reírse, de cocinar juntos natillas con islas de merengue flotante, elaboradas con un solo huevo y de volar en la alegría de nuestra propia LIBERTAD!


R. I. P


Esto se acabó. El sistema ha muerto. Por fin se murió. Por más que se empeñen en reanimarlo, por más que quieran maquillar la palidez cetrina y quieran rellenar sus mejillas con algodones, un muerto no resucita. En la primera fase del duelo funciona un mecanismo de defensa, la negación. Sabemos que está muerto, pero no terminamos de creerlo, no queremos saberlo. ¡No dejen de consumir, que se nos muere!, nos gritan, nos suplican. Si dejan de consumir se  morirá, nos moriremos todos, no tendremos trabajo, ni casa que nos cobije, ni pan blanco, ni negro y nuestros hijos obesos reventados de comida basura comenzarán a adelgazar y a tener hambre.

Mientras tanto, millones de pupilas nos contemplan, clavando una pregunta en el silencio: ¿De qué se quejan? ¿De qué crisis hablan?
Contemplan consternados nuestras bolas de grasa, los depósitos de grasa de los liposuccionados. ¡Ya está bien de injusticias!, parecen escupirnos miles, millones de bocas desdentadas y hambrientas. ¡Ay si se nos cayeran las fundas de porcelana! ¡Ay qué miedo nos da este muerto! Millones de empleados mileuristas intentando no perder su status de esclavos mal pagados, los nuevos caciques que ambicionaban ser los más ricos de los nuevos y de los viejos ricos, no quieren tener que empeñar sus muelas de oro.

Los viejos y los nuevos ricos de este planeta estamos asustados, asustados los esclavos mileuristas, asustados los parados, todos asustados menos los que no tienen muelas y, si las tienen, no tienen nada que moler; para ellos, enterrar este muerto significa la posibilidad de que el cadáver genere gusanos que puedan, algún día, transformarse en mariposas. O simplemente la posibilidad de freír los gusanos que el muerto genere en grasa caliente y nutrirse con su proteína.

¡Que no resucite!, suplican los más pobres. ¡Que el monstruo capitalista, devorador de nuestros niños muera por fin!

Pero aquí, en el otro lado, el lado de los obesos, de los excesos, de los despilfarros, de la superficialidad, de la apariencia, del lado de los verdugos, sólo nos preocupa que el monstruo no muera. ¡Cuántos muertos tendremos que enterrar aún para intentar que el monstruo no muera!

El sistema ha muerto por empache, por ambición, por ceguera, por abusar del débil, por alentar las guerras. Ha muerto reventado y ahora no es el tiempo ni de llorarlo ni de reanimarlo, es tiempo de enterrarlo y aprender a vivir de otra manera. De manera más justa, más solidaria, más austera, más verdadera, más honrada, más humilde, más compasiva.

Es hora de enterrar la gran mentira en la que vivimos para empezar, por fin, a ser humanos.


            ¡EA!  Pásalo.


Lidia Farray,

Psicóloga clínica y Presidenta de EITHA (Escuela Independiente de
Terapia Holoanalítica).